Te quise escuchar y nunca aprendí a hacerlo.
Te quise tocar y no supe aprender cómo.
Te quise sentir pero no existía el tiempo.
Te quise toda para mí y te dejé en la oportunidad.
Te quise desde lejos y estando cerca.
Te quise arreglar y parecías oxidada.
Te quise con curvas y sin ellas.
Te quise con altos y bajos.
Te quise con todo y conmigo.
Te quise de todas las maderas.
Ahora otros dedos tocan tu cuerpo.
Ahora otras manos te sostienen.
Ahora otros momentos creas.
Ahora otras melodías generas.
Ahora otro te aprovecha.
Ahora otro te posa sobre su pierna.
Ahora que ya no estás...
Ahora te echo de menos.
Alma.
Mi guitarra.
Mar
miércoles, 30 de junio de 2021
jueves, 24 de junio de 2021
Los hombres no lloran
"Transporte público: Servicio de una ciudad que puede ser utilizado por cualquier persona para trasladarse de un lugar a otro a cambio de una cantidad de dinero." Así lo define la Internet y para ser sincero ese es su real significado, aunque para algunos el transporte público puede ser su momento de cercanía consigo mismo, pensar en emociones y sentimientos tormentosos o tranquilos, recordar buenos y malos momentos, el transporte público puede ser un medio de escape más aún si vives en una ciudad grande como Bogotá.
Salí de mi casa rumbo a mi universidad que para ser Bogotá queda "literalmente" cerca; cuarenta minutos, un transbordo, dos estaciones de Transmilenio. Mi viaje empieza desde el portal que a eso de las diez u once de la mañana puedes (con suerte) sentarte en una de las sillas, era uno de esos días, un día con suerte. Al articulado como solemos llamar al Transmilenio que es el medio de transporte de mi ciudad, se sube gente de todo tipo; blanca, negra, amarilla y muchos arrugados en sillas azules. Sin querer ser grosera, cada quien tiene su color, su matiz.
Me senté y como de costumbre la música en mis oídos sonaba más alto que la gente hablando de sus problemas, del vendedor informal que sin ánimo de incomodar a nadie los incomoda a todos, de la mujer embarazada pidiendo una silla para sentarse, de los jóvenes bullosos con esos parlantes del demonio que tanto odio, la que siempre habla por celular medio trayecto entre otras tantas conversaciones no interesantes que se pueden encontrar en Transmilenio. Me senté en una de esas sillas en las que tienes otra silla enfrente, por ende tienes a una persona sentada justo delante de ti, casi a la misma altura de tu cara, acomodando las piernas ambos para no entrelazarlas tipo cena romántica en mesa pequeña, la situación más incómoda que vives en el día.
En la primera parada un hombre se subió y se sentó delante de mí, ni prestándole atención seguí mirando hacía la ventana, el día estaba oscuro con una brisa amenazadora de lluvia, perfecto para quedarse en casa. Yo, tenía que ir a la universidad.
Your love is like a studded leather headlock, your kiss, it put could creases in the rain... sonaba en mis audífonos, esa cancioncita de Alex Turner que tanto me gusta 'Suck It and See', en versión acústica claro. Distraída un rato, miro al frente para ver quién es mi acompañante de transporte, ese hombre que se subió y se sentó delante de mí. Tenía el brazo apoyado en la ventana, el puño firme contra su boca y los ojos llenos de lágrimas.
Siempre trato de sentir lo que siente la otra persona para poder entenderla, pero ese hombre era un completo desconocido, no tenía más que solo imaginar el pesar por el que estaba pasando, ¿un hombre llorando en pleno transporte público? Sumiso a la mirada de los demás pasajeros, lleno de rabia o tal vez era tristeza, o quién sabe de pronto es de aquellos que lloran de felicidad, aunque su rostro lánguido y cejas arrugadas demostraban otra cosa.
No quise parecer intimidante pero no podía dejar de verlo llorar, tan pocas veces he visto hombres llorando y es que con ese letrero los entrenan ¿no? "los hombres no lloran", me pareció fascinante ver cómo con los ojos abiertos dejaba escurrir las lágrimas en sus mejillas, ni se molestó en cerrar los ojos y secarse, por un momento quise meterme en su cabeza y pensar lo que estaba pensando, pues su mirada hacía el ventanal era de aquellos a los que los pensamientos les juegan malas pasadas en momentos del día.
Un movimiento... su mochila sucia y algo vieja, sacó una hoja de papel y ahora las lágrimas se dirigían allí, no pude descifrar ni una sola palabra pero sí descifré que como pura película trágica era una carta, a puño y letra, corta, breve. Tal vez ese era el significado de su llanto, pues cuando terminó de leerla supongo, la apretó entre su mano arrugándola igual que su corazón.
En eso él me miró, vi sus ojos directamente con los míos, sentí como se me calentaba la cara, me incliné a la ventana como quien no había visto su dolor. Tomó sus manos y se las pasó por la cara, forzándose a dejar de llorar, a dejar de sentir, cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacía atrás, se sentó derecho y puso su cara seria, enojada, frustrada, sus ojos ahora estaban llenos de rabia y rojos del llanto, se forzó a no demostrarme llanto, eso que nos hace humanos.
Me miró de nuevo y le esbocé una sonrisa de labios y ojos preocupados, me devolvió la sonrisa de labios y ojos tristes... como si no supiera qué estación era se bajó, así sin más, lo vi a través de la ventana, vi cómo caminaba hacía la puerta de espera de Transmilenio que va en dirección contraria, como si se estuviese devolviendo a reparar aquella que había roto, aquello que lo había roto.
Nunca más lo volví a ver subirse de aquella estación, ni bajarse a otra. Entendí que "las penas de un hombre son solo suyas" y también entendí que los hombres sí lloran y que su llanto está lleno de sinceridad pues en su mirada lo notas, aún más si es en el transporte público.
Salí de mi casa rumbo a mi universidad que para ser Bogotá queda "literalmente" cerca; cuarenta minutos, un transbordo, dos estaciones de Transmilenio. Mi viaje empieza desde el portal que a eso de las diez u once de la mañana puedes (con suerte) sentarte en una de las sillas, era uno de esos días, un día con suerte. Al articulado como solemos llamar al Transmilenio que es el medio de transporte de mi ciudad, se sube gente de todo tipo; blanca, negra, amarilla y muchos arrugados en sillas azules. Sin querer ser grosera, cada quien tiene su color, su matiz.
Me senté y como de costumbre la música en mis oídos sonaba más alto que la gente hablando de sus problemas, del vendedor informal que sin ánimo de incomodar a nadie los incomoda a todos, de la mujer embarazada pidiendo una silla para sentarse, de los jóvenes bullosos con esos parlantes del demonio que tanto odio, la que siempre habla por celular medio trayecto entre otras tantas conversaciones no interesantes que se pueden encontrar en Transmilenio. Me senté en una de esas sillas en las que tienes otra silla enfrente, por ende tienes a una persona sentada justo delante de ti, casi a la misma altura de tu cara, acomodando las piernas ambos para no entrelazarlas tipo cena romántica en mesa pequeña, la situación más incómoda que vives en el día.
En la primera parada un hombre se subió y se sentó delante de mí, ni prestándole atención seguí mirando hacía la ventana, el día estaba oscuro con una brisa amenazadora de lluvia, perfecto para quedarse en casa. Yo, tenía que ir a la universidad.
Your love is like a studded leather headlock, your kiss, it put could creases in the rain... sonaba en mis audífonos, esa cancioncita de Alex Turner que tanto me gusta 'Suck It and See', en versión acústica claro. Distraída un rato, miro al frente para ver quién es mi acompañante de transporte, ese hombre que se subió y se sentó delante de mí. Tenía el brazo apoyado en la ventana, el puño firme contra su boca y los ojos llenos de lágrimas.
Siempre trato de sentir lo que siente la otra persona para poder entenderla, pero ese hombre era un completo desconocido, no tenía más que solo imaginar el pesar por el que estaba pasando, ¿un hombre llorando en pleno transporte público? Sumiso a la mirada de los demás pasajeros, lleno de rabia o tal vez era tristeza, o quién sabe de pronto es de aquellos que lloran de felicidad, aunque su rostro lánguido y cejas arrugadas demostraban otra cosa.
No quise parecer intimidante pero no podía dejar de verlo llorar, tan pocas veces he visto hombres llorando y es que con ese letrero los entrenan ¿no? "los hombres no lloran", me pareció fascinante ver cómo con los ojos abiertos dejaba escurrir las lágrimas en sus mejillas, ni se molestó en cerrar los ojos y secarse, por un momento quise meterme en su cabeza y pensar lo que estaba pensando, pues su mirada hacía el ventanal era de aquellos a los que los pensamientos les juegan malas pasadas en momentos del día.
Un movimiento... su mochila sucia y algo vieja, sacó una hoja de papel y ahora las lágrimas se dirigían allí, no pude descifrar ni una sola palabra pero sí descifré que como pura película trágica era una carta, a puño y letra, corta, breve. Tal vez ese era el significado de su llanto, pues cuando terminó de leerla supongo, la apretó entre su mano arrugándola igual que su corazón.
En eso él me miró, vi sus ojos directamente con los míos, sentí como se me calentaba la cara, me incliné a la ventana como quien no había visto su dolor. Tomó sus manos y se las pasó por la cara, forzándose a dejar de llorar, a dejar de sentir, cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacía atrás, se sentó derecho y puso su cara seria, enojada, frustrada, sus ojos ahora estaban llenos de rabia y rojos del llanto, se forzó a no demostrarme llanto, eso que nos hace humanos.
Me miró de nuevo y le esbocé una sonrisa de labios y ojos preocupados, me devolvió la sonrisa de labios y ojos tristes... como si no supiera qué estación era se bajó, así sin más, lo vi a través de la ventana, vi cómo caminaba hacía la puerta de espera de Transmilenio que va en dirección contraria, como si se estuviese devolviendo a reparar aquella que había roto, aquello que lo había roto.
Nunca más lo volví a ver subirse de aquella estación, ni bajarse a otra. Entendí que "las penas de un hombre son solo suyas" y también entendí que los hombres sí lloran y que su llanto está lleno de sinceridad pues en su mirada lo notas, aún más si es en el transporte público.
martes, 26 de enero de 2021
¿Nuestra nueva realidad?
Siempre queremos nombrar todo lo que pasa y lo entiendo, creemos que al darle identidad podemos hacer eso mismo, identificar el momento, hablarlo y que al nombrarlo sepamos de qué se trata y "nueva normalidad" es el nombre que se le ha puesto a lo que estamos viviendo pero ¿se han preguntado realmente si esto se quedará?
He escuchado en repetidas ocasiones (incluso en algún momento lo llegué a decir) la frase de "esta es la nueva realidad hay que acostumbrarnos" o "esta es la nueva normalidad hay que aceptarlo" y lo hemos venido familiarizando poco a poco.
Si bien, después de esto habrán muchos cambios digitales (porque nos dimos cuenta que desde casa y virtual podemos hacer muchísimas cosas) y adoptaremos una que otra costumbre como el hecho de lavar nuestras manos (cosa que siempre ha sido importante) no debemos adoptar este termino desde su raíz.
No es nuestra nueva realidad y no lo será, no debemos acostumbrarnos a tener miedo ver de cerca a nuestros seres queridos o incluso desconocidos, no debemos adoptar el hecho de abandonar a nuestros ancianos en casa, no debemos acoger por nada del mundo el estar encerrados todo el tiempo, no es normal el quiebre de tantas microempresas, tampoco es normal el ver cómo muere alguien en un hospital sin poder visitarlo, sin poder despedirse. Esta es, simplemente, la realidad que estamos viviendo pero no es, ni será, nuestra NUEVA realidad y menos hay que ACOSTUMBRARNOS a ella, porque si acogemos este término ¿estamos creyendo que así lo será siempre?, ¿que el miedo nos hará estar aislados de la vida?
Absolutamente no.
Esta pandemia nos ha cambiado a todos en algún sentido y en algún momento, tanto emocional, como económico, de salud, de trabajo... todos de alguna forma hemos vivido esta situación, afortunadamente no contagiados algunos (por el momento) o desafortunado, muy desafortunado para otros y así como hemos visto cómo todo en un segundo puede cambiar, debemos ver y sentir cómo todo en algún momento va a pasar, porque en algún punto en la historia del 2020 o 2021 (qué más da) esto acabará.
Muchas personas se preguntan "¿cómo será todo cuando volvamos a lo de antes?" y siento que la respuesta es sencilla; volveremos a nuestra vida (algunos enteros y otros rotos). Salir sin un tapabocas, estar junto a nuestros familiares o desconocidos sin miedo, dejar de preocuparse por lo que se toca, dejar de dar tu cédula en cada almacén, salir de casa sin problema, ir a clase, a la oficina... en conclusión vivir y es lo que estamos tratando de recuperar con el pasar de los meses.
No dejemos que los medios de comunicación nos inunden la cabeza con desinformación, con miedo, con incertidumbre, no acojamos cada cosa que escuchamos en la calle, que leemos en redes sociales o que escuchamos de otras personas, esta no será nuestra "nueva normalidad" y no está bien que debamos acostumbrarnos a ella.
Pensemos en individual, hagamonos preguntas que nos lleven a tener un criterio propio y no impuesto, no solo frente a la pandemia sino frente a la vida.
Sigamonos cuidando, sin acostumbrarnos.
lunes, 26 de octubre de 2020
Sobre todo
En los altos y en los bajos edificios, pero sobre todo en los altos.
En los largos y en los cortos caminos, pero sobre todo en los largos.
En las calles y en las carreras, pero sobre todo en las calles.
En los autos y en las motos, pero sobre todo en los autos.
En las cafeterías y en los centros comerciales, pero sobre todo en las cafeterías.
En las puertas y en las ventanas, pero sobre todo en las puertas.
En las bicis y en las piernas, pero sobre todo en las bicis.
En la luna y en el sol, pero sobre todo en la luna.
En todo y en nada, pero sobre todo.
jueves, 22 de octubre de 2020
Te veo
Te veo en mis sueños y al despertar.
Te veo al levantarme y caminar.
Te veo en el agua y en mi piel.
Te veo en el desayuno, ese pan y miel.
Te veo en las orillas y en los abismos.
Te veo en la sopa y en las letras.
Te veo en el atardecer y sus colores.
Te veo a la mar y con la arena en mis pies.
Te veo al cerrar la puerta y subir la persiana.
Te veo en la tasa con leche tibia y galletas.
Te veo cada mañana, cada tarde, cada noche.
Te veo.
Allí.
lunes, 15 de junio de 2020
Vas a bailar
—Los dejaré solos unos minutos...
—Gracias Denisse —le dije mientras volteaba a verte— Desde el primer momento en que te conocí supe que serías el amor de mi vida. La luz de ese infinito y oscuro hoyo en el que siempre había vivido. Nunca pensé que tú y yo viviríamos felices por siempre, yo nunca lo pensé porque mi vida siempre había sido una guerra que no daba tregua y todos los días tenía que intentar detenerla peleando conmigo mismo. Estaba cansado, cansado de tener que estar preparado para todo y preparado para nada, mi lugar en el mundo no tenía lugar, mi casa no era mi hogar, mis pensamientos no traían tranquilidad y mi vida no era vida... pero tú, cuando te conocí, lo transformaste todo. Ya no tenía una razón para seguir peleando o seguir en aquel hoyo. Cuando te conocí, conocí todo lo bueno que la vida podría tener o ser para mí.
¿Recuerdas la primera vez que nos separamos? dos años juntos no fueron suficientes, parecía que no podíamos el uno con el otro y cuando nos alejamos fue como si me hubiesen empujado de cabeza al vacío. Me sentí tan solo y vagabundo. Fue un tiempo de excesos y desenfreno que eran necesarios para darme cuenta de todo lo que tenía y cuando fue el momento y quería volver, tú también querías hacerlo, porque siempre estuviste allí esperándome.
Despertar contigo todas las mañanas ha sido lo más gratificante que me pudo pasar, despertar y ver a nuestra hija aún más. Luchamos mucho por ella ¿te acuerdas? pensamos que no lo íbamos a lograr, lo intentamos muchas veces pero aquí está y seguirá estando para nosotros, Mila seguirá estando para nosotros, es nuestro pequeño milagro, así la llamaste ¿te acuerdas? Esa tarde que nació mientras la sostenías en tus brazos con tu carita llena de lágrimas de felicidad. Nos congelé en una foto.
Quisiera devolver el tiempo y aprovechar cada segundo que vivimos juntos porque el tiempo ahora no será suficiente para ninguno pero por sobre todo para mí. Devolver el tiempo a cuando te conocí y vivir todo nuevamente para poder cambiar este destino que nos tocó. Nunca te había sentido tan cerca y tan lejos a la vez, pero ahora entiendo que así es la vida y que aquella está llena de certezas y desventajas, que nos da como nos quita, mi vida. En todo momento y en cualquier lugar.
Tengo la seguridad de que aquí como en el cielo te tendré presente, en cada paso que Mila dé, en cada paso que dé yo, detrás estarás tú, como un ángel que nos guiará. Lamento haber llegado tan tarde para salvarte, lamento no haber sido yo el que se llevara el auto, lamento no decirte que fueras por otra carretera, lamento toda las veces que no te dije cuánto te amaba. Lo siento más que nunca, vas a bailar desde el cielo Sol —dije con el corazón en la mano.
—John... Tienes que descansar, vamos, volvemos mañana temprano hasta que sea el momento.
—¿Por qué Denisse? ¿por qué no fui yo en vez de ella? —le pregunté.
—No tenías que ser tú, ni ninguno de nosotros. Fue un accidente, nadie lo sabía —me respondió con su voz casi tan quebrada como mi alma mientras se acercaba a mí.
—La amo Denisse, no quiero que se vaya...
—Ya se fue John —las lagrimas ya no nos alcanzaban más— Mila está preguntando por su papá y debe irse a dormir. Vamos, no lloremos más y vamos a descansar.
—Volveremos mañana.
—Sí, volveremos mañana.
—Adiós mi vida —le dije al cuerpo sin alma que yacía en aquella caja de madera— quiero pensar que todo esto es una pesadilla y que mañana voy a despertar ¿no es así?
—Así es John —mintió Denisse.
—Vas a bailar Sol, vas a bailar.
—Gracias Denisse —le dije mientras volteaba a verte— Desde el primer momento en que te conocí supe que serías el amor de mi vida. La luz de ese infinito y oscuro hoyo en el que siempre había vivido. Nunca pensé que tú y yo viviríamos felices por siempre, yo nunca lo pensé porque mi vida siempre había sido una guerra que no daba tregua y todos los días tenía que intentar detenerla peleando conmigo mismo. Estaba cansado, cansado de tener que estar preparado para todo y preparado para nada, mi lugar en el mundo no tenía lugar, mi casa no era mi hogar, mis pensamientos no traían tranquilidad y mi vida no era vida... pero tú, cuando te conocí, lo transformaste todo. Ya no tenía una razón para seguir peleando o seguir en aquel hoyo. Cuando te conocí, conocí todo lo bueno que la vida podría tener o ser para mí.
¿Recuerdas la primera vez que nos separamos? dos años juntos no fueron suficientes, parecía que no podíamos el uno con el otro y cuando nos alejamos fue como si me hubiesen empujado de cabeza al vacío. Me sentí tan solo y vagabundo. Fue un tiempo de excesos y desenfreno que eran necesarios para darme cuenta de todo lo que tenía y cuando fue el momento y quería volver, tú también querías hacerlo, porque siempre estuviste allí esperándome.
Despertar contigo todas las mañanas ha sido lo más gratificante que me pudo pasar, despertar y ver a nuestra hija aún más. Luchamos mucho por ella ¿te acuerdas? pensamos que no lo íbamos a lograr, lo intentamos muchas veces pero aquí está y seguirá estando para nosotros, Mila seguirá estando para nosotros, es nuestro pequeño milagro, así la llamaste ¿te acuerdas? Esa tarde que nació mientras la sostenías en tus brazos con tu carita llena de lágrimas de felicidad. Nos congelé en una foto.
Quisiera devolver el tiempo y aprovechar cada segundo que vivimos juntos porque el tiempo ahora no será suficiente para ninguno pero por sobre todo para mí. Devolver el tiempo a cuando te conocí y vivir todo nuevamente para poder cambiar este destino que nos tocó. Nunca te había sentido tan cerca y tan lejos a la vez, pero ahora entiendo que así es la vida y que aquella está llena de certezas y desventajas, que nos da como nos quita, mi vida. En todo momento y en cualquier lugar.
Tengo la seguridad de que aquí como en el cielo te tendré presente, en cada paso que Mila dé, en cada paso que dé yo, detrás estarás tú, como un ángel que nos guiará. Lamento haber llegado tan tarde para salvarte, lamento no haber sido yo el que se llevara el auto, lamento no decirte que fueras por otra carretera, lamento toda las veces que no te dije cuánto te amaba. Lo siento más que nunca, vas a bailar desde el cielo Sol —dije con el corazón en la mano.
—John... Tienes que descansar, vamos, volvemos mañana temprano hasta que sea el momento.
—¿Por qué Denisse? ¿por qué no fui yo en vez de ella? —le pregunté.
—No tenías que ser tú, ni ninguno de nosotros. Fue un accidente, nadie lo sabía —me respondió con su voz casi tan quebrada como mi alma mientras se acercaba a mí.
—La amo Denisse, no quiero que se vaya...
—Ya se fue John —las lagrimas ya no nos alcanzaban más— Mila está preguntando por su papá y debe irse a dormir. Vamos, no lloremos más y vamos a descansar.
—Volveremos mañana.
—Sí, volveremos mañana.
—Adiós mi vida —le dije al cuerpo sin alma que yacía en aquella caja de madera— quiero pensar que todo esto es una pesadilla y que mañana voy a despertar ¿no es así?
—Así es John —mintió Denisse.
—Vas a bailar Sol, vas a bailar.
lunes, 24 de febrero de 2020
El amor después del amor
—¿Lisa? —la miré casi de frente.
—¿Cristobal?
No la había visto en mucho tiempo, seguía igual. Sus ojos, su boca, su nariz, su cabello... siempre fue tan hermosa como las tardes bogotanas, cuando no hay nubes negras si no un cielo azul y el sol que arde como el infierno pero cobija como nunca. Así siempre la vi a ella.
—¡Vaya! Tiempo sin saber de ti, sin verte... ¿cómo estás? —le dije.
—Muy bien, muchas gracias. Hace mucho tiempo ¿tú... cuándo volviste de viaje? Yo pensé que ya habías olvidado cómo regresar a Colombia —reí entre su frase— ¡Es un milagro esto!
—Lo sé Lisa, esto no pasa todos los días ¿quieres almorzar algo conmigo?
—Estoy un poco de prisa...
—¡Anda! No vamos a demorarnos, además tengo que contarte cómo encontré el camino de regreso a Bogotá.
—Está bien Cris —me sonrió.
Ya había olvidado cómo se veía su sonrisa, después de tanto tiempo lejos de casa olvidas algunas cosas, y para eso me había ido del país; para olvidar. Por mi suerte me aceptó el almuerzo, hace cinco años no hubiese pasado así, ni tampoco la hubiese invitado. Sigue caminando igual, con una leve inclinación en su pie izquierdo y con sus manos sostenidas una con la otra por la espalda mientras mira el piso. A veces pensaba que contaba sus pasos.
—¿Y cómo fue tu viaje por Argentina? —me preguntó.
—Me ha ido bastante bien, pude estudiar algunas cosas, conocer el país; de todo Argentina me quedo con Mar del Plata, te hubiese gustado mucho... es precioso, el puerto a veces es un desastre pero en la noche es desde donde mejor se ve el cielo. Te hubiese gustado.
—Claro, imagino el lugar. Me alegra que hayas tenido esa experiencia... mucho tiempo ¿no?
—Sí, fue un buen tiempo —nos quedamos en silencio y confundidos— pero bueno, ya estoy de vuelta, volví para navidad; ya sabes cómo es mamá de loca con esas fechas, no quería a su hijo fuera del país un año más así que he decidido volver.
—¡Sarita, sí! Tu mamá siempre tan emocionada por época decembrina.
—Sí, así es ella.
La última navidad que compartimos juntos fue unos meses antes de irme. A veces no sabíamos qué dar para navidad y nos peleábamos por querer comprar presentes diferentes, pero cuando llegaba el momento de envolver y empacar, todo cambiaba y sabíamos que habíamos comprado los regalos perfectos.
—¿Qué desean ordenar?
—Aún no lo sé, dame un momento —dijo ella viendo la carta por mil vez.
—Ya te aviso —le dije a la mesera, pasando unos segundos...
—¿Compraste apartamento? ¿por la 106?
—Sí, por la 106. Tú sabes, cerca a mis padres. Mi hermana Antonia tuvo un bebé hace poco, es un niño se llama Juan David.
—Juan como tu papá.
—Sí, Juan como mi papá. Es un niño precioso, lo conocieras —me dijo.
—¡Qué bonito! Nunca pensé que Antonia tendría hijos, siempre fue apartada de ese tema.
—Bueno pues se enamoró y por lo que pasó dejó de cuidarse, yo creo que lo estaban buscando porque sí, ella no era de esos aires pero está muy feliz.
—¿Y tú Lisa? —le pregunté directo.
—¿Yo qué?
—¿Tú eres feliz? —agachó su rostro sin responder.
Siempre me pregunté qué había sido de su vida durante el primer año, y nunca tuve respuesta de nadie... nadie la veía, a nadie se encontraba y solo pasados doce meses en Argentina me hablaron de ella, pareció que la que se había ido de Bogotá había sido ella y no yo.
—Yo no tengo la culpa Cristobal, las cosas se dieron.
—Bueno pues tú lo sabes más que yo, te casas con Arturo ¿no?
—¿Ahora sí listos para ordenar? —dijo la mesera.
—El menú del día —dijo Lisa.
—Lo mismo para mí.
—¿Desean otra bebida o el jugo está bien?
—El jugo está bien —dije sin pensar para que se fuera.
—Agua por favor, gracias.
Habían pasado cuatro años y medio en Argentina cuando me enteré. Lisa y Arturo se iban a casar para febrero de 2020, la pude imaginar inmediatamente... tan feliz pero tan asustada, siempre lo quiso, siempre lo planeó, siempre lo pensó, siempre, toda su vida. Nunca se lo pedí.
—Entonces, ¿te casas con Arturo? —suspiré y dije entusiasta.
—Sí, en febrero. Ya está casi todo listo, estoy muy contenta de hecho.
—¡Qué bueno! Me alegro por ti —le dije— tan rápido te olvidaste de mí —lo pensé.
—Sí, gracias... —me dijo para empezar un silencio incontrolable e incomodo.
—Buen provecho —dijo la mesera que traía los platos. Muy rápido para la situación.
Nunca pensé que volvería a Colombia por Lisa, pero cuando lo supe mi corazón quedó paralizado en el tiempo. Llegué en diciembre y estamos a enero, solamente hasta hoy la estoy viendo, y por casualidad, por la calle tal vez buscando cosas para su boda o pensando hacer algo que no tiene nada qué ver conmigo. Total, si se va a casar ya me tuvo que haber olvidado ¿cierto?
—Te escribí...
—¿Cómo Cris? —me preguntó con comida en la boca.
—Te escribí muchas veces, te busqué estando en Argentina —se quedó mirándome como si le hubiesen lanzado un balde de agua fría— lo siento, de seguro eso ya lo sabes.
—Lo sé. Lo sé muy bien. Estaba destruida Cristobal, simplemente no quería saber nada de ti, te fuiste a los pocos meses de terminar ¿qué pretendías?
—Tal vez ese fue un error pero no dijiste nada cuando lo supiste, ni siquiera preguntaste por mí o accionaste para hacerme volver —le dije, casi con rabia.
—¿Qué? ¿también querías que te rogara por eso? ¿que te suplicara que volvieras? ¿para qué? Nosotros ya no eramos nosotros y no había nada qué hacer.
—Sí habían cosas qué hacer...
—Eso no nos sirve ahora Cristobal, pasó mucho tiempo.
—No ha sido tanto tiempo Lisa si todavía sigue doliendo como si fuera ayer, dime... ¿eres feliz?
—Creo que lo mejor es que me vaya... —se levantó de la mesa, casi con todo servido.
—¡Espera! Por favor, hablemos con calma.
Nunca quise lastimarla, siempre la amé lo que nunca me amé a mí mismo, pero era tan intensa, ni ver al diablo la hacia cambiar de opinión, yo quería chocolate y ella café, yo quería salir y ella estar en casa... pero la amaba, la amaba tanto que no me veía sin ella y dejé muchos de mis planes para seguir junto al amor de mi vida, hasta que me di cuenta que no queríamos las mismas cosas y todo empezó a cambiar, a terminar y así es aún más difícil porque no terminas por dejar de amarle o dejar de disfrutar su espacio, terminas porque simplemente así tiene que pasar y eso duele. Hasta el fondo.
En Argentina casi acabo con los bares, me costó mucho dinero en licor y un accidente en auto para poder entender que ya había terminado. Me fui porque necesitaba irme, quería conocer, quería viajar, quería estudiar, quería olvidar y al año de estar ahí, 365 días después y creo que unos meses (por hacer mal las cuentas) Arturo, mi amigo de la vida; me habló para platicar de lo enamorado que estaba de Lisa y de que todo había sido por accidente, de lo inesperado que fue.
No volví a saber de él después. No me regresé pronto a Colombia.
—Arturo estuvo conmigo todo el tiempo que estuve mal, como un amigo. Yo nunca pensé que iba a llegar a amarle ni mucho menos a estar con él...
—¿Le amas? —le pregunté al sentir el puñal en el pecho.
—Cristobal... —me miró casi con los ojos apunto de sacar unas lagrimas, subió y bajó los hombros y me dijo— ¿eso te importa ahora?
—Sí, porque tú vida sería muy infeliz si te casaras con una persona que no amas en realidad.
—Sabes Cristobal, cuando Arturo me propuso matrimonio le di un sí sincero y de corazón... y por alguna extraña razón, después de tres, cuatro años sin saber de ti, vi tu cara en él en ese momento, pero tú no querías casarte, comprometerte más allá; solamente querías viajar, estar con amigos, salir, andar de bar en bar...
—¿De eso se trata? ¿de un estúpido compromiso?
—Era mi sueño, las mujeres de ahora no sueñan con eso sabes, pero para tu desgracia es lo que yo quería... y en su momento lo quería contigo.
—Entiendo... siempre fuimos egoístas. Bueno, ahí tienes tu recompensa. Hay que comer —le dije rabioso— Hay que comer —repetí resignado.
Sí, es verdad. Cuando hablaba de casarse, me ponía loquisimo. Yo no quería casarme, casándome no podía hacer las cosas que yo quería o al menos eso pensé en su momento. ¡Gran error! Las cosas que quería y al fin hice, hubiesen sido mejor estando a su lado; no solo como un completo idiota.
Terminamos el almuerzo casi sin mencionar más palabras. Tenía rabia, desesperanza, ahí estaba la mujer que pensé que sería mi amor por siempre, con un anillo de compromiso en el dedo; como si el anillo fuese un candado que me impidiera volver a tocarla más nunca, volver a besarla, volver a sentirla.
—Bueno, supongo que eso fue todo por hoy —le dije sin remedio.
—Sí, creo que sí... —me dijo mirándome sin aliento, estiró su mano en la mesa y le estiré la mía, la sujetó y dijo— pensé que no iba a volver a verte, me alegró muchísimo verte. ¿Vamos a llevarnos bien?
—Sí, vamos a llevarnos bien. Estoy muy feliz de que tus sueños se hagan realidad.
—Algunos sueños son mejores cuando se terminan Cristobal... tú eras uno de ellos —me dijo con voz cortada.
—Mi sueño no ha terminado, tú sigues siendo el mío Lisa.
Los hombres no expresamos sentimientos a no ser que sea la indicada o la que uno quiere, la que uno ama. Es muy difícil dejar ir pero es aún más difícil aferrarse, porque ahí está, sin ser nada, sin querer nada, aferrado a la mentira. No me duele dejarla ir, me duele quererla y saber que no estará conmigo, un día más, una oportunidad más.
Su celular sonó...
—Hola Angela... sí, estaba almorzando... ¿ya están los arreglos?... ¡me encanta! en un rato voy para allá y me lo pruebo... ¡por fin!, te veo al rato... okey, adiós —colgó y me miró— tengo que irme, tengo prueba de... —cortó de pronto— tengo que irme.
—Te deseo la mayor felicidad.
—Gracias Cristobal, que todos tus sueños se hagan realidad.
—Buscaré nuevos —le dije arrepentido— buscaré nuevos.
Se levantó de la mesa, tomó su bolso...
—¿La cuenta? ¿cuánto es?
—Yo pago, lo menos que puedo hacer es pagar —le dije.
—Muchas gracias —se acerco a mí, se agachó y me beso en la mejilla— gracias —me dijo de nuevo, le sonreí. El tiempo se paró.
—¡Lisa! —salí a la calle, volteó a verme. Crucé.
—¿Qué pasa? —podía sentir cómo latía su corazón y sus ojos empezaban a brillar.
—¿Es muy tarde?, por favor dime que no es muy tarde.
—Cristobal, por favor...
—¿Eres feliz? —le pregunté por milésima vez mientras negaba con la cabeza.
—Eso no importa, por favor, tengo que irme —se abría a su paso.
—Lisa no puedo, no puedo dejarte ir... volví a Bogotá por ti, ¡estoy desesperado!
—¿Por qué te fuiste? Es que... te fuiste, me dejaste sola.
—Lo siento, por favor... —la sostuve de los brazos— tienes que pensar las cosas, tienes que volver conmigo, las cosas serán mejor que nunca —lo pensó un momento, suspiró y me dijo.
—Todavía no te olvido, no pude después de todo este tiempo. Te amo Cristobal.
La abracé, la abracé de nuevo y mi alma se unió a su cuerpo como si fuese la primera vez, la besé y tome su rostro entre mis manos, ahí estaba la mujer que quería para siempre dándome una oportunidad.
Tengo que pensar en cómo le vamos a decir a Arturo, cómo mi mamá se va a alegrar de verla, cómo ganarme a sus padres de nuevo. Volveremos y en unos meses se lo propondré, porque no quiero estar con nadie más, porque mis sueños no son sueños si no los puedo cumplir con ella, se lo diré. No va a importar lo que piense la gente, me ama y yo la amo eternamente.
Nunca pensé que este día iba a terminar así, regocijándome de la alegría, de la felicidad, no volveré a fallar. Estaremos juntos siempre. Te amo también Lisa.
—Mire la cuenta señor... —me dijo la mesera— señor, la cuenta —repitió.
—Pago con tarjeta —le dije.
—¿Cristobal?
No la había visto en mucho tiempo, seguía igual. Sus ojos, su boca, su nariz, su cabello... siempre fue tan hermosa como las tardes bogotanas, cuando no hay nubes negras si no un cielo azul y el sol que arde como el infierno pero cobija como nunca. Así siempre la vi a ella.
—¡Vaya! Tiempo sin saber de ti, sin verte... ¿cómo estás? —le dije.
—Muy bien, muchas gracias. Hace mucho tiempo ¿tú... cuándo volviste de viaje? Yo pensé que ya habías olvidado cómo regresar a Colombia —reí entre su frase— ¡Es un milagro esto!
—Lo sé Lisa, esto no pasa todos los días ¿quieres almorzar algo conmigo?
—Estoy un poco de prisa...
—¡Anda! No vamos a demorarnos, además tengo que contarte cómo encontré el camino de regreso a Bogotá.
—Está bien Cris —me sonrió.
Ya había olvidado cómo se veía su sonrisa, después de tanto tiempo lejos de casa olvidas algunas cosas, y para eso me había ido del país; para olvidar. Por mi suerte me aceptó el almuerzo, hace cinco años no hubiese pasado así, ni tampoco la hubiese invitado. Sigue caminando igual, con una leve inclinación en su pie izquierdo y con sus manos sostenidas una con la otra por la espalda mientras mira el piso. A veces pensaba que contaba sus pasos.
* * *
—Me ha ido bastante bien, pude estudiar algunas cosas, conocer el país; de todo Argentina me quedo con Mar del Plata, te hubiese gustado mucho... es precioso, el puerto a veces es un desastre pero en la noche es desde donde mejor se ve el cielo. Te hubiese gustado.
—Claro, imagino el lugar. Me alegra que hayas tenido esa experiencia... mucho tiempo ¿no?
—Sí, fue un buen tiempo —nos quedamos en silencio y confundidos— pero bueno, ya estoy de vuelta, volví para navidad; ya sabes cómo es mamá de loca con esas fechas, no quería a su hijo fuera del país un año más así que he decidido volver.
—¡Sarita, sí! Tu mamá siempre tan emocionada por época decembrina.
—Sí, así es ella.
La última navidad que compartimos juntos fue unos meses antes de irme. A veces no sabíamos qué dar para navidad y nos peleábamos por querer comprar presentes diferentes, pero cuando llegaba el momento de envolver y empacar, todo cambiaba y sabíamos que habíamos comprado los regalos perfectos.
—¿Qué desean ordenar?
—Aún no lo sé, dame un momento —dijo ella viendo la carta por mil vez.
—Ya te aviso —le dije a la mesera, pasando unos segundos...
—¿Y qué hay de nuevo en tu vida Lisa?
—Todo va muy bien, he trabajado muy duro estos años... ya compré mi apartamento.—¿Compraste apartamento? ¿por la 106?
—Sí, por la 106. Tú sabes, cerca a mis padres. Mi hermana Antonia tuvo un bebé hace poco, es un niño se llama Juan David.
—Juan como tu papá.
—Sí, Juan como mi papá. Es un niño precioso, lo conocieras —me dijo.
—¡Qué bonito! Nunca pensé que Antonia tendría hijos, siempre fue apartada de ese tema.
—Bueno pues se enamoró y por lo que pasó dejó de cuidarse, yo creo que lo estaban buscando porque sí, ella no era de esos aires pero está muy feliz.
—¿Y tú Lisa? —le pregunté directo.
—¿Yo qué?
—¿Tú eres feliz? —agachó su rostro sin responder.
* * *
—Yo no tengo la culpa Cristobal, las cosas se dieron.
—Bueno pues tú lo sabes más que yo, te casas con Arturo ¿no?
—¿Ahora sí listos para ordenar? —dijo la mesera.
—El menú del día —dijo Lisa.
—Lo mismo para mí.
—¿Desean otra bebida o el jugo está bien?
—El jugo está bien —dije sin pensar para que se fuera.
—Agua por favor, gracias.
Habían pasado cuatro años y medio en Argentina cuando me enteré. Lisa y Arturo se iban a casar para febrero de 2020, la pude imaginar inmediatamente... tan feliz pero tan asustada, siempre lo quiso, siempre lo planeó, siempre lo pensó, siempre, toda su vida. Nunca se lo pedí.
—Entonces, ¿te casas con Arturo? —suspiré y dije entusiasta.
—Sí, en febrero. Ya está casi todo listo, estoy muy contenta de hecho.
—¡Qué bueno! Me alegro por ti —le dije— tan rápido te olvidaste de mí —lo pensé.
—Sí, gracias... —me dijo para empezar un silencio incontrolable e incomodo.
—Buen provecho —dijo la mesera que traía los platos. Muy rápido para la situación.
Nunca pensé que volvería a Colombia por Lisa, pero cuando lo supe mi corazón quedó paralizado en el tiempo. Llegué en diciembre y estamos a enero, solamente hasta hoy la estoy viendo, y por casualidad, por la calle tal vez buscando cosas para su boda o pensando hacer algo que no tiene nada qué ver conmigo. Total, si se va a casar ya me tuvo que haber olvidado ¿cierto?
—Te escribí...
—¿Cómo Cris? —me preguntó con comida en la boca.
—Te escribí muchas veces, te busqué estando en Argentina —se quedó mirándome como si le hubiesen lanzado un balde de agua fría— lo siento, de seguro eso ya lo sabes.
—Lo sé. Lo sé muy bien. Estaba destruida Cristobal, simplemente no quería saber nada de ti, te fuiste a los pocos meses de terminar ¿qué pretendías?
—Tal vez ese fue un error pero no dijiste nada cuando lo supiste, ni siquiera preguntaste por mí o accionaste para hacerme volver —le dije, casi con rabia.
—¿Qué? ¿también querías que te rogara por eso? ¿que te suplicara que volvieras? ¿para qué? Nosotros ya no eramos nosotros y no había nada qué hacer.
—Sí habían cosas qué hacer...
—Eso no nos sirve ahora Cristobal, pasó mucho tiempo.
—No ha sido tanto tiempo Lisa si todavía sigue doliendo como si fuera ayer, dime... ¿eres feliz?
—Creo que lo mejor es que me vaya... —se levantó de la mesa, casi con todo servido.
—¡Espera! Por favor, hablemos con calma.
* * *
En Argentina casi acabo con los bares, me costó mucho dinero en licor y un accidente en auto para poder entender que ya había terminado. Me fui porque necesitaba irme, quería conocer, quería viajar, quería estudiar, quería olvidar y al año de estar ahí, 365 días después y creo que unos meses (por hacer mal las cuentas) Arturo, mi amigo de la vida; me habló para platicar de lo enamorado que estaba de Lisa y de que todo había sido por accidente, de lo inesperado que fue.
No volví a saber de él después. No me regresé pronto a Colombia.
—Arturo estuvo conmigo todo el tiempo que estuve mal, como un amigo. Yo nunca pensé que iba a llegar a amarle ni mucho menos a estar con él...
—¿Le amas? —le pregunté al sentir el puñal en el pecho.
—Cristobal... —me miró casi con los ojos apunto de sacar unas lagrimas, subió y bajó los hombros y me dijo— ¿eso te importa ahora?
—Sí, porque tú vida sería muy infeliz si te casaras con una persona que no amas en realidad.
—Sabes Cristobal, cuando Arturo me propuso matrimonio le di un sí sincero y de corazón... y por alguna extraña razón, después de tres, cuatro años sin saber de ti, vi tu cara en él en ese momento, pero tú no querías casarte, comprometerte más allá; solamente querías viajar, estar con amigos, salir, andar de bar en bar...
—¿De eso se trata? ¿de un estúpido compromiso?
—Era mi sueño, las mujeres de ahora no sueñan con eso sabes, pero para tu desgracia es lo que yo quería... y en su momento lo quería contigo.
—Entiendo... siempre fuimos egoístas. Bueno, ahí tienes tu recompensa. Hay que comer —le dije rabioso— Hay que comer —repetí resignado.
Sí, es verdad. Cuando hablaba de casarse, me ponía loquisimo. Yo no quería casarme, casándome no podía hacer las cosas que yo quería o al menos eso pensé en su momento. ¡Gran error! Las cosas que quería y al fin hice, hubiesen sido mejor estando a su lado; no solo como un completo idiota.
Terminamos el almuerzo casi sin mencionar más palabras. Tenía rabia, desesperanza, ahí estaba la mujer que pensé que sería mi amor por siempre, con un anillo de compromiso en el dedo; como si el anillo fuese un candado que me impidiera volver a tocarla más nunca, volver a besarla, volver a sentirla.
—Bueno, supongo que eso fue todo por hoy —le dije sin remedio.
—Sí, creo que sí... —me dijo mirándome sin aliento, estiró su mano en la mesa y le estiré la mía, la sujetó y dijo— pensé que no iba a volver a verte, me alegró muchísimo verte. ¿Vamos a llevarnos bien?
—Sí, vamos a llevarnos bien. Estoy muy feliz de que tus sueños se hagan realidad.
—Algunos sueños son mejores cuando se terminan Cristobal... tú eras uno de ellos —me dijo con voz cortada.
—Mi sueño no ha terminado, tú sigues siendo el mío Lisa.
Los hombres no expresamos sentimientos a no ser que sea la indicada o la que uno quiere, la que uno ama. Es muy difícil dejar ir pero es aún más difícil aferrarse, porque ahí está, sin ser nada, sin querer nada, aferrado a la mentira. No me duele dejarla ir, me duele quererla y saber que no estará conmigo, un día más, una oportunidad más.
Su celular sonó...
—Hola Angela... sí, estaba almorzando... ¿ya están los arreglos?... ¡me encanta! en un rato voy para allá y me lo pruebo... ¡por fin!, te veo al rato... okey, adiós —colgó y me miró— tengo que irme, tengo prueba de... —cortó de pronto— tengo que irme.
—Te deseo la mayor felicidad.
—Gracias Cristobal, que todos tus sueños se hagan realidad.
—Buscaré nuevos —le dije arrepentido— buscaré nuevos.
Se levantó de la mesa, tomó su bolso...
—¿La cuenta? ¿cuánto es?
—Yo pago, lo menos que puedo hacer es pagar —le dije.
—Muchas gracias —se acerco a mí, se agachó y me beso en la mejilla— gracias —me dijo de nuevo, le sonreí. El tiempo se paró.
* * *
—¿Qué pasa? —podía sentir cómo latía su corazón y sus ojos empezaban a brillar.
—¿Es muy tarde?, por favor dime que no es muy tarde.
—Cristobal, por favor...
—¿Eres feliz? —le pregunté por milésima vez mientras negaba con la cabeza.
—Eso no importa, por favor, tengo que irme —se abría a su paso.
—Lisa no puedo, no puedo dejarte ir... volví a Bogotá por ti, ¡estoy desesperado!
—¿Por qué te fuiste? Es que... te fuiste, me dejaste sola.
—Lo siento, por favor... —la sostuve de los brazos— tienes que pensar las cosas, tienes que volver conmigo, las cosas serán mejor que nunca —lo pensó un momento, suspiró y me dijo.
—Todavía no te olvido, no pude después de todo este tiempo. Te amo Cristobal.
La abracé, la abracé de nuevo y mi alma se unió a su cuerpo como si fuese la primera vez, la besé y tome su rostro entre mis manos, ahí estaba la mujer que quería para siempre dándome una oportunidad.
Tengo que pensar en cómo le vamos a decir a Arturo, cómo mi mamá se va a alegrar de verla, cómo ganarme a sus padres de nuevo. Volveremos y en unos meses se lo propondré, porque no quiero estar con nadie más, porque mis sueños no son sueños si no los puedo cumplir con ella, se lo diré. No va a importar lo que piense la gente, me ama y yo la amo eternamente.
Nunca pensé que este día iba a terminar así, regocijándome de la alegría, de la felicidad, no volveré a fallar. Estaremos juntos siempre. Te amo también Lisa.
* * *
—Pago con tarjeta —le dije.
martes, 28 de enero de 2020
Querida Ge
Te dije que estaba perdido, desde el inicio sentí la necesidad de hacértelo saber de algún modo pero tú no lo veías, solamente estabas dispuesta a ver lo que querías; no lo que yo sentía. Aquel día que te conocí coincidimos en nuestro lugar, y no pensé que algo tan estúpido ¡Tan estúpido! Fuera a cambiar nuestras vidas, fue una pregunta existencial. Fue el clima.
Cuando te conocí no quería agradarte pero siempre fuiste tan insistente, tan única, tan plantada en tu lugar que te plantaste en el mío, aunque ni siquiera tenías por qué hacerlo y no debiste, no era el hombre que pensabas ni al que trataste de cambiar. Siempre fui yo, siempre fui el mismo, no entendiste que el estar vacío también es estar medio lleno; para mí.
Recuerdo todos los días que pasamos juntos y no me arrepiento pues de algo me agarré para haberte querido tanto, de esa fuerza que tenías para sobrellevar tu vida y al tiempo ayudarme a salir del hueco miserable en el que estaba, te lo agradecí muchas veces ¿recuerdas? Aún así no necesitaba tu ayuda. Siempre pude solo.
Te hice saber, te hice saber muchas veces el descontrol que sentía cuando discutíamos, cuando peleamos tanto que tus gritos golpeaban mi cabeza, yo no quería eso, para gritos tengo a mi madre, para el amor te tenía a ti, ¿por qué no lo entendiste? Siempre querías sumergiste en un pantano de suciedad para luego hacerme creer que era mi culpa el que salieras cubierta de lodo. No era mi culpa, siempre intenté limpiarte, tenerte clara como el agua.
Me faltó sinceridad para dejarte antes, y que tus santos me perdonen pero debí hacerlo cuando dijiste que yo no sería nadie sin ti, pues hoy estoy solo; solo como siempre he estado y así me siento mejor, sin latigarme por tu tristeza, todo quedó claro, todo lo dejamos en su punto y como tenía que ser. Terminado. Sé que duele Gema, a mí también.
Supe que no importaría lo que hiciera, tú no ibas a dejar de llorar, de querer acabar contigo, de pelear, de seguir peleando... ¿cuántas veces peleamos Gema?, ¿cuántas veces me heriste con tus palabras sin pensar?, ¿cuántas veces te viste tan acabada que quisiste acabar conmigo también? Quiero oírlo, quiero oír lo que tienes que decir sobre mí, al final vas a vivir sin mí. ¿Qué diablos quieres?
Recuerdo Diciembre...
Att: Querido Sam
Querido Sam
Fotografía de inspiración | Gema Vadillo @gemavadillo
Pasaron los días y nos conocimos en otro terreno, uno desconocido. Te aprendí a conocer tan bien que hasta pensé que teníamos una vida en común, ¿no era así? ¿no lo recuerdas? Tú cruzabas la puerta justo detrás de mí, estábamos hechos el uno para el otro. Tú y yo, todos los días, ¿no era así? Zarpaste sin mí.
Siempre esperábamos por nuevas oportunidades para caminar horas y horas, viendo cómo se alzaban nuevos edificios hacia el cielo, tan altos como las ganas de seguir. Mis ganas de seguir. Siempre nadé contra la corriente, no era lo que esperabas. Te quise solo para mí ¿ese fue mi error? ¿detener tus miedos? Esos miedos que no nos dejaron ser. Tan solo me faltó más coraje para aceptar que se había terminado, porque sabía que nada más podría derrumbarme en ese momento.
Diciembre, ¡qué mes! Solo dolor entre nosotros, no hacíamos otra cosa que pelear ¿por qué no paramos cuando nos vimos tan ahogados? ¿por qué esperar a tener el agua por los pies? A un momento de dejarnos sin hogar, y sin hogar nos quedamos. Todo se tornó tan húmedo, tan desgastado, tan acabado. Las paredes olían a porquería, ¿por qué Samuel?, ¿por qué no quisiste continuar?
Tus besos me iluminaban cuando en medio de la navidad me oscurecía, nos apagamos el uno al otro sin saberlo. Te recuerdo muy bien, "te quiero aquí está noche" y yo todas las noches. Siempre fue como quisiste, siempre fue hasta cruzar tu línea... jamás la mía, no lo intentaste si quiera. Me entregué, a cada instante y en cada momento; me entregué a querer salvarte de ti mismo y de tu vida de mierda ¿lo recuerdas bien?
Sé que sí...
No podría pasar otra noche así, con el agua por el rostro hasta dormir y despertar deseando solamente que llegue la noche para poder volver a descansar de vivir; de vivir sin ti. Sé que siempre fui egoísta, ni siquiera para quitarme la vida tendré valor... y sí que lo intenté. Nada más puede hacer que me derrumbe, todo dejó de importar.
Excepto tú, mi amor.
Att: Querida Ge
domingo, 1 de septiembre de 2019
Conciencia y Rock N’ Roll
Hay que parar el BAM. Éxito del 2008 con un mensaje de paz. Más de 19 años dedicados a hacer música sin saber de ella. Mario Muñoz, líder y voz principal de la agrupación de rock alternativo Doctor Krápula. Presentador, dj, esposo y ahora padre. Una vida llena de música, amor, conciencia y mucho Rock N’ Roll.
Mario Andrés Muñoz Onofre nació en Bogotá, Colombia el 8 de enero de 1979. Prefiere el dulce que la sal y siempre quiso ser rockero. Foto por Daniel Amezquita (@ddantv_) tomada de Instagram @subcantante
La estación de Transmilenio De La Sabana es una guía para llegar a la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central,
La Salle. Un instituto con la arquitectura de la Bogotá antigua. Largos
pasillos, muchas puertas y ventanas, escaleras de baldosa barroca que unen los
cuatro pisos, salones, oficinas, una cancha de fútbol y un aura de estudio y
juventud.
En el último piso, con un ambiente de balcón, se encuentra una
habitación ambientada como si un joven apasionado por la música viviera allí. “Domingo
10: Green Day, The Bravery, El Cuarteto de Nos, Don Tetto, V for the Volumen,
The Hall Efect, Profetas, The Mills, Met, The Juepuchas, Remaj y más artistas
por confirmar. Polo Club – Cajicá. Oct 9 y 10 de 2010”, afiche de un festival
musical. “Para nuestros amigos, con todo el cariño nuestro disco Influencias”, CD autografiado. Tablero de
ideas, un sillón, mesa de trabajo, televisión y fútbol. Así se adorna la
emisora virtual EMITC, La Salle. Ganadora a Mejor Estación Web en los Premios
Subterránica Colombia en 2011.
Dos hombres se encuentran allí, Mario Muñoz vocalista de la banda Doctor
Krápula, quien dirige el programa Latinoscopio todos los martes y Christian
Chaparro director de la emisora e ingeniero de sonido de la banda.
—¿Qué querías ser cuándo eras niño?
—Yo quería ser futbolista y quería ser rockero pero no tenía el talento
pa’ ninguna de las dos. Así que tuve que esperar hasta la adolescencia para
encontrarme con chicos que también quisieran hacer lo mismo. Siempre quise
tener una banda, siempre lo tuve claro.
Ya lo había visto antes. De lejos. Lleno de buena energía subido en una
tarima, pero nunca había hablado con él. Llevaba una camiseta negra, pantalones
de jean negros, unas zapatillas usadas Nike. Como si una hora más tarde se
pusiera su chaqueta y su pañoleta negra en la cabeza, listo para salir a escena
con la banda.
Mario
Muñoz en cabina radial, donde realiza su programa virtual LATINOSCOPIO.
Su primer escenario fue la calle del barrio Quirinal en la ciudad de Bogotá. No precisamente para cantar sino para dibujar lo que sería un rectángulo gigante donde pasaría las tardes jugando futbol. Como un niño que se acaba de tomar muchas tazas de café y poco comprendido en un aula de clase, realizaba cuanta actividad estuviera a su alcance. Equipo de futbol, equipo de baloncesto, comité ecológico del colegio, todo para estar en un ambiente de libertad.
—¿Entonces siempre tuviste claro que querías tener una banda? ¿Qué
hacías?
—Sí, desde niño desde muy pequeño. Jugaba a tocar instrumentos con
raquetas, ollas, cosas así. No conocí la música sino el amor por la música. Yo
no sé nada de música hoy en día, nunca la estudié.
Roberto Gómez Bolaños, más conocido
como Chespirito. Productor, actor,
escritor, guionista, entre demás escenarios de la televisión, realizó el programa
del cual sería protagonista en 1971 llamado El
Chavo del Ocho. El humor infantil y el teatro inocente de una vecindad
caracterizaban a El Chavo del Ocho. Su mensaje, una realidad social, “es
prácticamente un habitante de calle y su vida y sus necesidades carecen, pero
él vive con humor, feliz. Para mí es un tipazo”, dice Mario. Personajes como
Chespirito, Jaime Garzón o Cantinflas, que mezclaban el arte y la expresión
para dar buenos mensajes, son inspiración. No solo la música inspira música.
Influye, pero no es lo único.
En 1987 se formó la banda de rock Mano Negra y para 1994, sus canciones se
encontraban en la lista de los éxitos de los 90’s de VH1 Latinoamérica, canal
de televisión dedicado a la música. Influencia para un niño de 15 años o
incluso menos, Mano Negra se convirtió
en su banda favorita. La filosofía revolucionaria de letras como Señor Matanza:
“Y mi niero que
lo llevan y se van,
Los que matan, pam pam, son propiedad
Del Señor Matanza
Los que matan, pam pam, son propiedad
Del Señor Matanza
El decide lo que
va, dice lo que no será
Decide quien la paga, dice quien vivirá
No se pueda caminar sin colaborar con su santidad
Del Señor Matanza”
Decide quien la paga, dice quien vivirá
No se pueda caminar sin colaborar con su santidad
Del Señor Matanza”
Dedicada a la realidad cruda de los
países subdesarrollados y la realidad no susceptible en países desarrollados a
mediados de 1994. El estilo musical de Mano
Negra junto a letras y composición, se ajustaban en la conciencia activista
y revolucionaria de Mario. Complementaba su crítica social y ambientalista
desde muy joven.
Latinoamérica, baile, música y
fiesta, son los referentes de su madre, abogada penalista. Ecologista, defensor,
razonable y revolución, son los referentes a su padre, abogado ambientalista. En
un ámbito sin instrumentos musicales, la llegada de teclas y cuerdas se alargó
hasta salir del colegio. Un piano y una guitarra.
—Pero en esa época yo ya estaba saliendo de mi casa. No aprendí a manejarlos.
No me tocó una familia que cantaba y tocaba. Realmente mi acercamiento con la
música fue en la calle, en los bares, en los conciertos. Mi movimiento era todo
el rock en español.
—¿Y cómo es el momento en que decides hacer música y no solo ir a
presenciarla en algún concierto o en algún bar?
—Yo me embobaba viendo a los músicos tocar, la música era mágica. Y mi
mamá tenía una frustración con la música porque ella amaba la música, pero no
sabía nada igual que yo y me dije no puedo no cumplir mi sueño así no sepa
nada.
Los conciertos de barrio llenaban
los salones comunales, como una fiesta sorpresa de cumpleaños adolescente. Y en
la lista de invitados, se encontraba Mario. Entre amigos que se presentan
amigos, Mario conocería al que haría parte de su primera banda. Otro muchacho
no conocedor de instrumentos, pero con un hermano que sí sabía de uno. La
batería. El primer contacto musical. Uno, voz; otro, percusión. Gritos en micrófono
y un ta ta pum sin ritmo.
Cuatro Canales, emisora
independiente de la cadena Radiodifusora
Nacional de Colombia. Contaba con programas locales de rock. Recibían y
entraban llamadas.
“Importante banda de Bogotá busca a un
guitarrista y a un bajista”
Como si fueran sueños colectivos, diferentes jóvenes llamaron para
formar parte de la banda. Tras las llamadas fueron escogidos a dos músicos que
vivían uno cerca a la residencia de Mario y el otro cerca a la del baterista. El
que supieran interpretar o no, no importaba. Lagarta, sería el nombre de
la banda.
Emprendieron lo que sería una serie de conciertos, en donde Mario
conocería al que sería su futuro teclista Sergio Acosta, un amigo saxofonista
del camino le presentó al que de igual forma sería su bajista David Jaramillo.
Los sonidos empezaron a cambiar y con ellos la banda. La voz de Mario ya no sería
suficiente por lo que la banda decidió cambiarlo.
—¿Qué sentiste? ¿Cómo fue eso?
—Pues yo ya había cumplido mi sueño, que era formar una banda y cuando
eso pasó dije pues bueno, yo me voy. Yo ya había conocido a otras personas que
tenían diferentes proyectos y opté por armar otra banda, una diferente pues
porque está ya se acabó.
—Entonces ellos ya tenían proyectos a parte cada uno ¿no?
—Sí, ellos ya tenían otras bandas, pero igual decidimos formar Doctor
Krápula.
Doctor Krápula cuenta con un Disco de Oro en ventas en Colombia por su álbum "Viva El Planeta". Foto por Michelle MG (@la.chellegm) tomada de Instagram @doctorkrapula
La presión de hacer música es complicada. Las preguntas ¿cómo va a vivir de eso?, ¿por qué no estudia algo?, ¿eso sí le va a dar de comer?, son recurrentes para Mario y la preocupación de sus padres, lo llevan a estudiar Diseño Industrial en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Llegó hasta cuarto semestre como un niño sin juguetes. Aburrido, decidió cambiar a Diseño Gráfico.
La universidad necesita tiempo y dedicación, como cualquier otro oficio, estudio o trabajo. Mario necesitaba eso para la banda. Tiempo y dedicación. En octavo semestre de Diseño Gráfico y con solo la mente puesta en Doctor Krápula, dejó la carrera para dedicarse a la banda. Puestas las cartas sobre la mesa con los demás integrantes, se implantaron la visión de llegar lejos.
Entre las listas de los sonidos colombianos
no se posicionaba el rock. El vallenato, el reggaetón y la música popular
ocupaban esos lugares. La música popular, que va dirigida hacía todo el tipo de
público pero que estaba escasa de propuesta, ideología y compromiso, no fue
una opción.
“Que
en la calle el más fuerte es el que manda.
Que uno sale de casa y vuelve sin alma.
El hombre gris se paró de su silla y su cerveza terminó.
Salió de casa camino del barrio y allí se lo encontró.
El personaje llevaba puesto un traje de bufón el hombre gris fuertes
palabras pronuncio: le pego le escupió lo empujo lo humillo el
hombre gris sentado en su sillón vio la violencia en la televisión
pero nunca se dio fijo que la llevaba en su corazón”.
Que uno sale de casa y vuelve sin alma.
El hombre gris se paró de su silla y su cerveza terminó.
Salió de casa camino del barrio y allí se lo encontró.
El personaje llevaba puesto un traje de bufón el hombre gris fuertes
palabras pronuncio: le pego le escupió lo empujo lo humillo el
hombre gris sentado en su sillón vio la violencia en la televisión
pero nunca se dio fijo que la llevaba en su corazón”.
A finales de 1998 nace Doctor Krápula, una banda que no aportaría letras
de fiesta, rumba o trago. Como una salsa de Maelo Ruíz y un rock latino de Los Fabulosos
Cadillacs, se escucha El Hombre Gris canción
estilo ska que hizo parte del primer
trabajo discográfico que se tituló El
Carnaval de la Apatilla en el año 2002.
—¿Siempre quisiste demostrar con la banda, con la música… el mensaje de
conciencia y reflexión?
—Sí, incluso la primera, primera canción que yo compuse en mi vida,
cuando tenía 16 o 15 años, fue Tauricida; una canción que habla sobre las corridas de toros. Y estamos hablando de hace
20 años o incluso más. Esa canción yo la compuse antes de Doctor Krápula y ya
con la ellos la vine a grabar.
Tauricida - Doctor Krápula
Doctor Krápula aportaría a una conciencia activista con mensajes de
transformación. Denuncia, postura y propuesta. BAM.
Colombia,
un país atosigado por años de violencia e indiferencia. Grupos guerrilleros
desde 1964 y paramilitarismo de la mano. Víctimas y más víctimas, que no
cesaban por los años dos mil y que para el 2008 de eso se hablaría o mejor aún, de eso
se cantaría. Bam, los posicionaría en
los premios de la revista colombiana, Shock; como el mejor artista nacional,
el mejor artista con mayor proyección internacional y el artista con el mejor vídeo
del año.
“Hay
que parar el bam bam
hay que luchar por un mundo sin bam
los que queríamos bam
una buena idea bam bam.
Mi gente viviendo en el bam
ay mi cielo bendito
cuándo será se van
cuándo será que se van los bam bam”
hay que luchar por un mundo sin bam
los que queríamos bam
una buena idea bam bam.
Mi gente viviendo en el bam
ay mi cielo bendito
cuándo será se van
cuándo será que se van los bam bam”
Ilustraciones
de guerra en vano contra campesinos, una luz al final del túnel, víctimas,
botas de campo uniformado, niños, ojos tapados por vendas y la pura piel,
adornan el vídeo de Bam, que los
lanzó como banda posicionada.
Bam - Doctor Krápula
—Está muy chévere que lo digas porque mucha
gente cree que a nosotros nos catapultó más El
pibe de mi barrio, o La fuerza del
amor pero en realidad lo que le dio más fuerza a la banda fueron canciones
como Bam o como Para todos todo o Exigimos,
que son unas canciones que muestran a fondo cuál es el pensamiento y
sentimiento de la banda, igual la banda también es el Pibe, porque también nos gusta el fútbol, hablamos de fútbol, lo
jugamos. Nos gusta lo cotidiano, cantar lo que hay en la calle, pero no es para
nadie un secreto que la característica más fuerte de Krápula es el contenido
lírico.
—¿Y qué significó el Bam para ustedes?
—Que Bam
haya sido una canción ganadora de premios, que haya sonado en radio, que
haya sido parte de una coyuntura tan delicada como la elección y luego la
reelección de un presidente que solo quiso guerra y que después de esos dos
periodos de guerra, al cantar una canción que pedía el alto a las armas y al
conflicto, se dé. Es muy satisfactorio. Ahora, falta mucho para que la paz
llegué realmente, pero desde el arte y desde la sociedad se está pidiendo el
desarme.
Mario la tuvo clara. Apostarle a las
problemáticas políticas, sociales o culturales, al amor sencillo o a cosas como
el fútbol, harían llenar un recinto de personas para escucharlo cantar y
escuchar a los demás integrantes tocar al ritmo sus instrumentos.
No solamente canciones con reflexiones
sociales compone Mario, sino también de lo que sea. Llenos de fiesta y alegres,
canciones bailables. Abusos del poder y politiquería incorrecta, canciones con
denuncia. Falta de respeto hacía la naturaleza, canciones con propuesta.
Mi
sol (2011)
Quisiera tenerte siempre,
en el desierto agüita mía
no dejes que ya no vuele
vientecito de mi amor
ni dejes que yo me apague
fueguecito espiritual
siempre de mis raíces
seas mi tierrita corazón.
en el desierto agüita mía
no dejes que ya no vuele
vientecito de mi amor
ni dejes que yo me apague
fueguecito espiritual
siempre de mis raíces
seas mi tierrita corazón.
Exigimos
(2012)
Exigimos respeto por la vida,
exigimos mejor educación,
exigimos la verdad en las noticias,
exigimos toda la información,
exigimos que el agua se proteja
porque no hay nada que tenga más valor,
exigimos mejor educación,
exigimos la verdad en las noticias,
exigimos toda la información,
exigimos que el agua se proteja
porque no hay nada que tenga más valor,
exigimos nueva gente en el
gobierno
y que se acabe tanta corrupción.
Aparición
sorpresa de Mario junto a la agrupación Don Tetto, en el Jingle Bell Rock de
Radioacktiva emisora bogotana. Diciembre de 2016.
Tras 10 años de música, canto a grito,
exposición a la gente, alcohol, cigarrillos y rebelión, la cuenta de cobro para
Mario vendría en modo de exigirse atención. Su garganta ya no daba para nada y
su salud se complicó pues el desconocimiento de su cuerpo más que una técnica
vocal, lo hizo enfermar.
Una cirugía y educar la voz, mejoró la
situación que duró un año. Fumar ya no hacía parte de su vida, el trago ya
había tomado otro camino y junto con su malestar, se habían ido.
El público es el verdadero cantante y Mario
siempre lo tuvo claro, por eso se autodenominó Subcantante, también pensando
en homenajear a su artista salsero favorito El
Cantante, Hector Lavoe. “El Subcantante tiene pura voz bogotana, es la voz
de nosotros los que no queremos hablar y eso para mí es ser un verdadero
cantante”, comenta Andrés Rojas, joven seguidor de la banda.
Mario no tiene un lema de vida, pero sí vive
haciendo lo que más le gusta. Trabaja con Doctor Krápula hace 19 años, es dj en
EMITIC, La Salle con su programa de radio virtual LATINOSCOPIO, ha sido
presentador de televisión en programas como El
color de la pasión, hecho para mostrar el lado positivo de las denominadas
barras bravas de los equipos de fútbol, presentó también Región Tr3ce que mostraba la riqueza cultural, la situación social
y ambiental de Colombia y realiza un proyecto paralelo para sus
verdaderos cantantes, siendo el Subcantante.
Mario no dejara Doctor Krápula mientras realiza su proyecto paralelo como Subcantante. Los seguidores de Krápula pueden estar tranquilos. Foto por Michelle MG (@la.chellegm) tomada de Instagram @subcantante
—La mayoría de los temas de Krápula son muy
sociales, son una herencia de mi papá junto con lo ambiental y mi mamá siempre
ha sido amante de las canciones de Krápula que son más fiesteras entonces este
proyecto de Subcantante, lo hice más que pensando en ella, por su
influencia y a lo que ella ha generado en mí, que es una mujer que baila
siempre, que es muy musical y rumbera.
—¿Eso es lo que quieres proyectar con
Subcantante?
—Sí, esto es cero discursos, es pura
gozadera, es música para bailar, para cantar, no hay discurso político por
ningún lado, no se tocan temas sensibles como lo hago con Krápula. Quiero otra
estética, otra sonoridad, otro parche incluido de músicos, realmente es
paralelo en todo el sentido de la palabra a Doctor Krápula. No se cruzan.
Fernando Borrego
Linares conocido como Polo Montañez, fue un cantautor cubano. Su canción Un Montón De Estrellas, fue un éxito
reconocido en Cuba y en toda Latinoamérica. Una mezcla de guitarras, maracas, bongós
junto a otros instrumentos tropicales.
Una nueva versión
de esta canción presenta el Subcantante. Un
Montón De Estrellas, ha sido escogido por Mario junto con otras ocho
canciones latinoamericanas de fiesta para hacer parte de su proyecto como
solista. Loquito por ti de Armando
Hernández, Latinos de Proyecto Uno y algunas
letras de Juan Luis Guerra hacen parte del disco. Aires de rock fiestero o su
viejo estilo ska, que deriva de la fusión de música afroamericana con ritmos
jamaiquinos.
Un Montón de Estrellas - Subcantante
Lleno de un montón
de estrellas; Mario, solo piensa en dos. En Catalina Zuluaga, su esposa hace ya
unos años y en su primera hija Mila nacida en agosto, “con la noticia Mario se
puso muy feliz, llevábamos mucho tiempo queriendo un bebé y fue un regalo de
Dios” menciona Catalina.
Muchas mujeres tienen complicaciones tanto
para quedar embarazadas o en el proceso de embarazo y para Catalina no fue la
excepción. El tener hijos se tornaba complicado y el diagnostico del médico no
era alentador, “Dios nos mandó un milagro y por eso se llama así, Mila”.
—¿Qué se siente ser padre Mario? Hace poco
nació Mila…
—Sí, mi hijita, mi hijita… aplacé mucho ese
asunto por temas de trabajo y por miedos también, pero creo que cuando uno
logra tener un hijo o una hija con la persona indicada, nada sale mal. Y todo
es multiplicación de amor… y es un nuevo proyecto. Es muy chévere. Puro
aprendizaje sentirse nuevo en todo, yo me siento inexperto ya en todo, no
entiendo nada, pero con toda la disposición para aprender. Es muy lindo, muy
lindo. Me hace admirar el doble a las mujeres es tremendo.
Mario junto a Catalina su esposa y Mila su hija. "La vida tiene sus retos! Día a día vamos creciendo como padres! Estamos muy agradecidos con Dios porque nos ha dado una chiquita hermosa, amorosa y paciente! Hoy celebramos nuestra primera noche con una sola despertada en la madrugada. Esperamos que muchas sean cómo esta @subcantante" POST de @catazuluagag en Instagram. 17 de Nov.
—¿Pensaste que Catalina sería la mamá de tus
hijos?
—Sí, desde el primer día que la vi. Estaba
claro, se lo dije y ella no me creyó. Y es como si la hubieran enviado del cielo.
Mientras sonreía y su cara se
transformaba en un pastel de chocolate, Mario respondía con seguridad. Su
estilo y su tez descomplicada, la tuvo desde el inicio. “Es un hombre paciente,
tranquilo, bromista que disfruta la vida, es muy observador, y me gusta mucho
que ríe por todo. Enfrenta los problemas con mucha calma” dice Catalina.
Una película, domicilio, su casa y
la compañía de su esposa; ocupan su tiempo libre. Aunque su nuevo proyecto, se
centra en el espacio medio entre ambos para llenar de felicidad el aura de su
hogar. Siendo tres.
—Listo Mario, terminamos…
—Perfecto, ¿qué hora es? Tenemos que ir al
aire.
*
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Escrito por María Alejandra Martínez en su totalidad. Las fotografías son propiedad de sus creadores y poseen sus respectivos créditos @la.chellegm y @ddantv_ cuentas de Instagram.
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